Efraín Martin

Desde mis 17 años me entusiasmé por aprender de la Palabra de Dios, aprovechaba cada curso que se hacía en mi iglesia y leía todo libro cristiano que llegaba a mis manos. Poco después empecé mis primeros pasos enseñando a chicos más jóvenes que yo, hasta el día de hoy prácticamente he trabajado con adolescentes y jóvenes. Con 22 años, recién casado, hice mi primer intento de estudiar teología a distancia en otro instituto bíblico y por diferentes circunstancias lo dejé después de terminar un curso completo. Sin embargo, nunca dejé de investigar y profundizar.

No recuerdo exactamente cuándo, pero algo más tarde del año 2010 me ofrecieron ser tutor del curso Preparados para Servir. Lo hice tres veces en diferentes años con tres grupos distintos. Al final del tercero me invitaron a empezar una asignatura en la EET. Me dije: pues vamos a probar a ver qué tal, y ya llevo aproximadamente seis años sin pausa en los que Dios ha estado enriqueciendo mi vida.

Es difícil evaluar estos seis años, tener una perspectiva real de cómo he crecido y cómo Dios me ha usado para su obra. Todo este tiempo he seguido trabajando con jóvenes y niños, en la Escuela Dominical, en campamentos de verano, predicando en diferentes entornos, etc. Sin embargo, aunque no pueda ver los detalles con claridad, al mirar hacia atrás, sé que ni yo soy el mismo, ni mi tiempo sirviendo para su iglesia se ha mantenido igual. Soy totalmente consciente y estoy muy agradecido de que la escuela ha sido parte importante de todo mi crecimiento. Cada asignatura y profesor ha compartido riquezas para mi vida; he conocido a otros alumnos que han sido fieles compañeros en todo este tiempo; además no puedo dejar de sentirme agradecido por mi tutora que ha sido constante en estar pendiente de cada asignatura. En todo ello, también doy gracias por mi familia que ha tenido que soportar muchas ausencias y mis momentos de estrés, aunque Dios también me ha enseñado a tratarlos cada vez mejor. Y como no, Dios ha sido quien me ha guiado por este camino, difícil a veces, y emocionante siempre, pero es a Él a quien agradezco lo que he recibido y es a Él a quien deseo dedicarle el esfuerzo.